Seis palabras que consiguieron removerla por dentro. Es en lo único que
pensaba. Y, aunque no duró mucho el efecto en su cabeza, quiere volver a
sujetarlo. Ya con flechas en su piel que espera que le indiquen el
camino que busca, de nuevo le toca dejarse llevar, esta vez sin taparse los oídos y atendiendo a su zona más alta, donde parece que las trampas no sirven y donde lo recto se ve sin curvas.
(-¿Dónde estás, felicidad?)

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