En días de órganos centrales, se realiza de que todo es como en una partida de chuches: inesperas al color que aparece y rompe todo. Tiembla su recuerdo cuando en día previo sus oídos se saturaron, y cuando su respuesta fue encerrarse entre baldosas azules. Preparando el contraataque de salida, anulado ante una nueva saturación que en este caso le bajó la guardia. No lo soporta. No quiere tratarle como quien no es. No merece él ser tratado como otro. Ya duda ella si se lo prometió para sí o no, pero no quiere jamás que sea mal. Intenta entender todas sus cargas, sus gotas de arriba, de abajo, de cada uno de los lados de los trescientos sesenta de su pequeño cuerpo. Vuelve a no querer ser una más. Quiere ser su toalla Su muro de carga y contención. Su puerta de salida de emergencia. Emergencia que no quiere que llegue y que espera haber prevenido. Espera, siempre espera. Falta más. Lo sabe. No da todo. Tampoco da nada.
La carta quedó arrojada en el suelo, empapada por el charco que mojaba sus pies.
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