20121231

Mi lado ferretero

Ok, empecemos a dejar los cabos atados.

 Primero, sí, todo habrá quedado en un degüello mutuo ya cometido. No deja de ser raro que te supliquen atención, compañía, parte de tu existencia, quizás, para luego dejar tan sólo que el viento actúe. Sabíamos que era el final más cuerdo, entonces, ¿por qué disimularlo con intenciones que puedes realmente no sentir?

  Segundo, sí, el chico pingüino sólo tiene valor como reminiscencia. Habrá que dejar que cada uno viva su vida, sin deberes de por medio, intentando quizá interferir lo menos posible en ese hábitat ya ajeno. ¿Vive y deja vivir?

  Tercero, si hay que recordar al chico diplomático... Bah, mejor no. Sólo me enseñó grandes cosas: saber lo que no quiero.

  Supuesto cuarto: sí, dejaré sin atar este cabo. Es quizás por mi lado ferretero. Después de intentar que clavos neuróticamente descolocados sirvan para algo, habrá que dejarlos torcidos.


Contrachapado. Corcho. Tronco. Whatever.

No hay comentarios:

Publicar un comentario