20130209

The end of the line

Tan sólo quiero cerrar los ojos como mi vida, y tumbarme en cualquier lugar, aun teniendo una luz que caiga sobre las pestañas.  Sin aguantar tus historias, porque no me apetece ser tu psicóloga de urgencia, porque yo te hablo de nosotros y tú me hablas de ti. Porque yo te cuento que esto no funciona y tú me cuentas tu autodiagnóstico de principio de depresión. Encima tratas de no preocuparme sobre el estado de tu sangre cuando a mí no me importa, cuando se supone que a mí no me importas. Lo jodido es que no sé qué busco en ti. No sé si tras mis varios días aparentemente fuertes, se acabó sólo eso, la apariencia. Quizás ese miedo de siempre a no hallar más sombras en mi camino, a querer llevar al vertedero más lejano, más desolado, triste, inhóspito y desierto aquella nevera vieja, de una maldita vez por todas. Puede que después de todo pueda haber una opción entre unas cuantas de que de verdad pudieses valer y de que quisiese comprobarlo. No lo sé. No sé si cerrar la puerta y olvidar tu nombre estas tres semanas aun a riesgo de recordarte bajo tormentas de verano, o si, como de costumbre, dejarme la piel e improvisar.


"¿A ti te apetece verme?", dudó.
"Ok ", finalmente autosentenció.

Sólo quiero dormir como ella, con su respiración profunda, ajena a todo, y con el único riesgo de unos bigotes amenazando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario