Escucho los aviones aterrizar en mi pieza y pienso en la dulce rabia. Tú, que quizás quedes ahí. Yo, que quizás te deje quedarte allá. Todo lo demás, que se mueve conmigo. Y sí, sólo como piezas que aún no tienen su lugar, que se mojan en sus copas, que bailan sin su ritmo, que tropiezan con sus correas, que se cruzan con navajas y que duermen entre motores.
Y que si significa rabia, será para mí la más dulce.
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