Conciertos no encontrados que surgen a las tres de la mañana, con una guitarra mal tocada y una voz perdida. Y conciertos perseguidos a veinte días de espera y con agujetas en los dedos de tanto ser cruzados, a pesar de suponer veinticinco horas de noventa grados bajos con roncos ruidos ajenos. Total, acordes molestos, aunque suponga dormir a guitarra, y pogos soñados.
Días de perros: Entre collares trampa, temblores callejeros, milanesas de suelo, pulgas mochileras y una camisa que me recuerda esos últimos días de café. Dos. Aunque mi taza no quisiese regalarme su cucharilla de colores, no me hace falta para recordar y para que no sólo mi piel tenga ganas de un textraño.
Días de perros: Entre collares trampa, temblores callejeros, milanesas de suelo, pulgas mochileras y una camisa que me recuerda esos últimos días de café. Dos. Aunque mi taza no quisiese regalarme su cucharilla de colores, no me hace falta para recordar y para que no sólo mi piel tenga ganas de un textraño.
Mi más sentido Bésame.
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