Espaldas quietas que se quejan por la falta de manos, codos doloridos
por presión herbácea y puntos costales reaccionarios. Todo con dos
puntos finales que se encuentran sin hallar.
- ¡Para, para! -dijo ella al dejar volar su imaginación sin permiso.
- Con el tiempo que hemos tenido...-acertó en decir él.
Y es que a su boca se le hizo difícil encontrar a su compañera. Ardua labor.
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