Su toalla. Y esas gotas que parecían burbujas. O mejor: Verdaderas frágiles burbujas que gritan ser gotas. Cuando no. Siempre, pensaba, se puede llorar. Sólo aparentemente hay que pedir turno para ello y no dejar solapamientos (volviendo a la erreaé). Lo que le recuerda a su presentación de hoy, ya sin retraso. Ese aprendizaje no buscado, y esa confusión creada por la falta de siquiera una décima. Y ahí lo deja. Quiere volver al tema de las burbujas. Va pidiendo turno...
... Se siente burbuja de hierro. Pero burbuja.

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