Attendez, petit.
Por su pezuña y por su trocito de sol.
20150109
Roma se parte
Roma se parte. Su mitad anhela. Su mitad exhala. Su mitad espera. Mientras no sabe si llegarán los puntos de la costura, espera una justa bipartición, donde él gane su pedacito de cielo merecido, con su sol, con sus nubes. Y que brille en sus ojos, que se permitan cerrarse ante él. Porque sea feliz. A ella le vale una honda, no una cúspide progresiva, aunque también, si es por el cielo en sus ojos. Porque tiene que brillar. Recuerda cuando lo vio meses ha, cuando no era más que una pezuña más, desde su oscuridad. Y por fin su parte rosada se dejó oír, y mandó, y ordenó que Roma fuese de los dos, que juntos sería un siempre y que esta vez no fallaría. Él, desde su altura permitida, correspondió y quiso viajar, a Roma, a Madrid, a ningún lugar. Y aunque la sangre aquí malas pasadas jugara, Roma seguirá estando.
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