-¿Por qué me agarras? ¿Tienes frío?
-No. Quiero nadar contigo.
Y notó su rostro que bien podía ser el reflejo de aquel otro que sobrevivía sin problemas fuera del agua. Se maravilló. Era capaz de percibir el propio brillo que salía de ella, tierna rana agarrada a su pez. Y parece que ambos se dieron cuenta, y dijo él "Tenemos que dar un asco...". Pues sí, y es la suerte que tienen.
Por que sigamos dando asco siempre. Chin chin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario