"La locura es el estado en que la felicidad deja de ser inalcanzable",
dijo aquel de ojos saltones entre sombreros, borsalinos y demás calzado testil (de testa).
De manera kafkiana quizá, se metamorfosea anfibióticamente. Y ve como sus aletas favoritas se dirigen al océano, a soñar sobre nubes. Y sabe que extrañará su ansiado color. Y desduda de su perfecta felicidad.
- Deja de marcharte... -ansía decirle.
Porque sus ventosas son de agarre fuerte, y dejarán de funcionar cuando ya no haya legumbres en su piel que cocinar. Y porque no sabe si llamarlo desde la higiene o desde su Roma vital.
- ...y márchate conmigo -contempla como mejor final.
Quizá, cuando las pecas se acaben...
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