Aprovecha, como siempre, sus horas sobre raíles. Porque así quizá lo deja en su camino. Así quizá confiesa y se olvida. Peligra su destino. Su mente se reta. Comienza la lluvia de momentos sin querer. De ideas que se salen. De palabras que se escapan. Que si bien a veces su filtro marca vía libre, en ocasiones funciona. Semáforo rojo (Uno de los tres azules. Ponte.). Y hasta aquí. ¿Como empezar? Piensa, temida, en sus puras ideas. Teme, creída, el todo que empieza a asomar. Cree, indecisa, en aquella primera gota pendiente de germinar, ya caída.
Gota que se dejó caer de repente tras un territorio seco y llano cuando creía que aún mucho tiempo se sequía quedaría. Pero, querida, ¡cuánto mojaba! Quedó empapada con todo aquel viento de ideas, de "
No lo digas" con "
¿Esto qué es?". Sólo se atrevió a aplazar y pasó. Para después retomar...
«¿Y si llueve más allá?»
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