Vuelve a sus ideas porque, como aquellas cantidades bellas le enseñaron, prefería olvidar lo que sentía y recordar lo que merecía: nada a medias, rasgado, ni partido a la mitad; y, sobre todo, nada que en amor (duda) con sus alas quisiera cortarlas. Porque descubrió que se enamoró de sus ideas y que éstas no eran si no irreales. Y la vida, amigo, no es sólo hablar. No es sólo soñar. Qué menos que vivir. Y qué menos dabas tú.
Y es que ella no necesita sus pies; tiene alas para volar (vella ella). Lo único que necesita es no sueños oscuros, no rasguños y amarse ella sin celos por quererse. Cada uno su vida, y de momento...
-¿Me necesitas para algo más?
- Ah, yo te necesito siempre.
Sonrisas. Y qué menos.
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