Coliflores inteligentes que ponen melodía a la vida de su pecho y que acallan los pensamientos de su cabeza, porque no todo es pensar. Aunque, cierto sí bien es, que pensar también le hace querer. Y no sólo porque lo digan (o no) dibujos encartados, sino porque sabe que en esta historia más de uno dice y no puede evitar oír evidentes verdades. Porque sí, las mariposas suenan al volar. Llámalo casualidad de roce con el aire. Llámalo atracción hacia el oído. Llámalo destino para el encuentro. Porque qué bonito poder hacer de un día cualquiera el día de las trincheras, donde el tiempo tiene un botón de pause mientras gotas de lluvia mojan afuera (mientras bienvenidos carola y busto se bañan en su pequeño rincón buscando sol ansiado ya). Qué bonito fondo rojo (casi rosa...) para los abrazos ganados que merecen ser reflejados, que dejan atrás historias pasadas, abecedarios rotos y voces vacías, y que reciben festivales de colores, locos sobre carros y pupilas encontradas ante latidos desenfrenados. Qué bonitos los domingos improvisados. Y qué bonito vaticinar verdades.
Los planetas nos rodean...
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