Mira extrañada el calendario porque el 10 (¿7?) le llama la atención. No se le olvida que cualquier lección no viene en los libros. Que los ritmos son cosas de flow, más que de pautas. Y así, merece la pena rescatar:
- ¿Cuantos puntos llevo?
- Muchos
- ¿Y cuántos me faltan?
- ¿Para qué?
- Para ganar algo.
- ¿Qué es algo?
- Lo que haya. ¿Qué hay?
- Muchas cosas.
- ¿Qué quieres?
- ¿Qué me aconsejas?
- Pero el algo que quieres... ¿con qué esta relacionado?
- Contigo.- Le interrumpió sin apenas dejarle terminar su pregunta.
Esa se la sabía. Lo tenía muy claro. Como esos masajes que uno pide para regalo y en los que se apunta («Qué morro tienes...»). Así podían tratar de finitar las preguntas infinitas. Porque parece que ninguno osaba. Aunque ella intentara, a través de frases ajenas y manos frías, rozar su mente con la de él. Y, cree, incluso, que hasta buscan lo mismo. Que por lo menos es algo. Y lo que sabe es que busca. Y es.
-Búscame que me encuentras.
Y como decía aquél... no me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar... pues algo así. Pero con sus manos frías y
el corazón calentito.
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