Algunas de pájaros, algunas de esos hilos que ella les recuerda que nadie les debe cortar. Sois vosotros quien los sostenéis, y nadie os los va a cortar si no les dejáis, les dice con latidos en la mano, y en los ojos y en los todos. Porque claro que no querrá convertirlos en extraños y claro que ya los extraña. Hasta sus olores raros. Hasta sus uniones de piel raras. Hasta sus corazones tirados al aire (grande usua). Y sus bachatas autistas, gran caída, gran lágrima.
Suspira, calcula humedades y quizá alguna cae.
Fin de etapa.
Esperando otra más.
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